La mujer con vaginismo se siente aterrada frente a la posibilidad del coito, lo asocia a situaciones dolorosas que alguna vez sintió y/o pensamientos desagradables, por ello es absolutamente normal que trate de evitar cualquier posibilidad de penetración. Mantiene sentimientos encontrados, por un lado quiere ayuda para resolver su problema y por otro no quiere que su problema se resuelva, ya que implica la temida penetración del hombre. Sus imágenes son tan desagradables que el sólo hecho de pensar el coito le provoca un malestar general. Por ello, estas mujeres creen que la solución es evitando las situaciones y pensamientos atemorizantes, aunque sabemos que esta creencia es justamente la contrario a la solución, con esta modalidad evitativa, quedan privadas de dominar la situación y resolver el conflicto. Las mujeres que padecen vaginismo suelen consultar en principio por varios motivos, dolor en la penetración, evitación permanente del coito, falta de deseo, falta de orgasmo, etc. Lo cierto es que probablemente todo lo que planteen sean conductas asociadas a la disfunción. Por lo tanto el VAGINISMO es el espasmo (o contracción) involuntaria de los músculos que rodean la entrada a la vagina. Es una conducta aprendida que se produce CADA VEZ que se quiere introducir algo en el orificio vaginal, sea un dedo, un tampón o un pene. No obstante puede presentar orgasmo con estimulación directa o indirecta del clítoris, de acuerdo al grado de inhibición que presente.
Es una situación frustrante para la mujer (y también para el hombre) y realmente puede provocar: malestar (crisis) en la pareja, matrimonios no consumados, falta de deseo, falta de orgasmo, sentimientos de culpa, disfunción erectil en el hombre, imposibilidad de concebir, miedo a perder la pareja, infidelidad, etc.