Todo vínculo de pareja transita por varias etapas a lo largo de su construcción, a veces no suceden de manera tan discriminada y pueden aparecer de forma simultánea, pero las vamos a separar en 3 etapas para poder definirlas:

1- La etapa del enamoramiento
2- La etapa del des-enamoramiento
3- La etapa del amor
En la etapa del enamoramiento aparece idealizado lo bueno del otro, y se niega lo malo. El otro es lo que yo deseo que sea y es como yo lo quiero crear e imaginar. Este proceso es fundamental para que se cree un vínculo, ya que imagínense que si en los primeros encuentros solo viésemos lo negativo del otro, no nos enamoraríamos nunca.

Según S. Freud el enamoramiento es un desborde de la libido yoica sobre el objeto. Uno viviría casi exclusivamente para el otro en estos momentos. Podríamos decir que uno está hipnotizado por el otro. El otro es todo lo que uno no es, lo que le gustaría ser, etc.

Andy Warhol decía que la gente debe enamorarse con los ojos cerrados y proponía muy acertadamente que solo había que cerrar los ojos, no ver y todo será mágico.

Luego, nos topamos con la etapa del des-enamoramiento, que lo podríamos ubicar aproximadamente luego del primer año de relación y algunas veces puede coincidir con el momento de inicio de una convivencia. Aquí sucede que de a poco vamos abriendo los ojos y el otro empieza a convertirse en alguien real. Cae su reinado, y comenzamos a verlo tal cual es. Aquí aparecen los mayores inconvenientes, porque comienzan a aparecer las formas, los comportamientos y las cosas que no nos gustan de la otra persona. Aparece el partenaire con sus virtudes pero también con lo que no nos gusta de él o ella, siendo incompatible con lo que nos habíamos imaginado. Es la etapa en la cual el príncipe azul empieza a desteñirse, como así también la princesa empieza a salir a medianoche, ya convertida en calabaza.
Luego del pasaje de estas etapas es cuando podemos comenzar a hablar del amor.

En definitiva, ¿Qué es el amor?… Aceptar al otro tal cual es, tolerando las diferencias y vivir feliz a pesar de eso, sin estar constantemente criticando al otro por no ser y hacer como nosotros mismos lo haríamos.