Dicen que Napoleón sentía una fuerte atracción por Josefina. Pasaban meses sin verse, mientras él se encontraba en campañas o expediciones, pero nunca dejaba de escribirle cartas que le hacía llegar a través de mensajeros, una muy famosa termina así: “Llegaré a París en una semana, no te laves desde hoy”.
Olemos a los demás y para los demás.
La mayoría de las personas registramos olores u aromas que pueden modificarnos en el momento, nos traen recuerdos, nos atrae, nos descompone, etc. y finalmente nos gusta o no nos gusta. Pero debajo de esos olores concretos, existen sustancias químicas – FEROMONAS – que no tienen olor específico, pero que son percibidas por nuestro olfato y cerebro, modificando nuestro estado permanentemente, impactando en el territorio sexual. A través de los distintos olores u aromas naturales del cuerpo podemos sentirnos atraídos sexualmente o todo lo contrario. Esta atracción es necesaria (desde una explicación más biológica) para la reproducción y conservación de la especie. Las feromonas distintas se atraen. Las parecidos pueden recordar a familiares (padre u hermano) y por lo tanto son rechazadas, ya que no habría compatibilidad genética y la especie se alteraría.
Hoy en día y en nuestra sociedad todo es confuso para nuestros cuerpos y sentidos. Los perfumes, desodorantes y demás fragancias que a priori nos encantan, sólo enmascaran la realidad. Por lo tanto, afilen sus narices y tengan cuidado con lo que andan olfateando por ahí, ya que nada es lo que parece.