Muchas parejas consultan pidiendo que les digamos el tiempo exacto de la duración del tratamiento o que le brindemos soluciones rápidas o mágicas a sus problemas de pareja, ya sean conflictos sexuales o de otra índole. Pareciera que una vez que decidieron dejar de preocuparse y comenzar a ocuparse del conflicto que los aqueja, el tiempo de espera para obtener la solución tiene que ser inmediata y no construida. Este tipo de soluciones rápidas son propias de nuestro modo histórico social de consumismo y del todo ya, de que todo es desechable, intercambiable y/o descartable.
En la terapia de pareja, como así también en la terapia sexual no existen manuales de instrucciones a seguir: ¡Qué útil y más fácil resultaría! ¿no?.
Lo que produce las generalizaciones es anular lo singular, lo individual, lo subjetivo de cada persona. Cada uno tiene su propia historia de vida, distinta a la de la otra persona, con modalidades familiares diferentes. Pensemos en los hermanos que comparten las mismas costumbres familiares, modalidades de crianza, los mismos valores, etc, pero no encontramos 2 hijos idénticos que se comporten y piensen en todo de la misma forma. No hay una persona igual a la otra, y tampoco una pareja igual a la otra.
Todos, y esto es lo único que podemos generalizar somos diferentes y lo vamos a ser en cada vínculo que formemos, ya que los vínculos son transformadores y creadores.
En cada vínculo que uno establece, surge algo distinto.
Piensen en las relaciones que construyeron a lo largo de su vida: ¿Son o fueron de la misma manera con todas las personas con las que se relacionaron, ya sean amigos, familiares, amantes o parejas?. ¿Cada persona les despertó algo distinto?.
Cada uno de nosotros se reactiva, se reactualiza, y se re-crea en cada vínculo que construye y en el transcurso de los vínculos también sucede lo mismo.
Poseemos capacidad para adaptarnos a las relaciones nuevas y también para ir acomodándonos a las modificaciones que vayan suscitándose en la relación a través del paso del tiempo.
Pero el tema es aún más complejo, ya que al mismo tiempo hay creencias, conductas, modalidades de relacionarnos y formas de ser con el otro que se repiten en cada vínculo que establecemos, quizás a veces sin darnos cuenta.