Hay cerca de 80.000 matrimonios heterosexuales no consumados en el país; así lo informó clarin el día 29 de agosto de 2011 en una nota donde hablan los que saben (Gindin, Fridman y mis maestros Silvina Valente y Juan C. Kusnetzoff). Se entiende por no consumado a la ausencia de penetración del hombre en la vagina de la mujer. Vale la aclaración ya que la penetración puede ser anal, o bien hecha por una mujer con una prótesis peneana. Como ya es sabido y aunque parezca un clishé, cada pareja es un mundo y un misterio lo que pasa entre las sábanas. Este tipo de parejas evidentemente tienen una disfunción sexual, hay un síntoma compartido, entre otras cosas. Por lo general están hace mucho tiempo de novios y mantienen un tipo de relación sexual sin penetración vaginal (el orgasmo es independiente, bien sabemos que a través del sexo oral o masturbación deberían llegar sin problemas), esto no quiere decir que estos matrimonios sean infelices ni mucho menos (aunque la foto del post parezca lo contrario), de hecho se entienden muy bien y en general no podrían estar con otra persona (ya que esto implicaría una aceptación de la disfunción sexual que seguramente uno o ambos tengan). Les cuento un caso (anónimo): Consulta la mujer, justamente por el deseo de tener un hijo. Ella padecía un vaginismo (contracción de los músculos vaginales que impide la penetración), él “aparentemente” nada. Se trabajó fundamentalmente con ella dándole técnicas de desensibilización progresiva y terapia semanal, cada tanto se citaba al varón. El mostraba apoyo, colaboración y entusiasmo al ver los avances de su mujer. Cuando llegó el momento de indicar la penetración, ya que su mujer se encontraba apta (física y emocionalmente), el hombre presentó una disfunción eréctil. Por lo tanto el síntoma compartido tomó otra forma y otro “dueño”. La falta de penetración ya no estaba dada por el vaginismo sino por la disfunción eréctil. Esto es frecuente y esperable que suceda. De todas maneras creo que (en este caso) el error fue no haberlo citado en más oportunidades. Lo cierto es que si ambos están de acuerdo en mejorar su calidad de vida sexual (más allá del deseo del hijo), este problema es tratado y en la mayoría de los casos resuelto con un alto índice de éxito.