El varón tiene que atravesar las distintas fases de la respuesta sexual, al igual que la mujer. No es cuestión de apretar un botón y ya. O sea, tienen que tener la capacidad de fantasear, desear y excitarse, para luego culminar con un orgasmo y su correspondiente eyaculación. Claro que al varón todo esto le sucede mucho más rápido que a la mujer. Su pene necesita entre 70 y 90 ml. de sangre para estar excitado (erecto) y la mujer 500 ml; por eso ellas necesitan más tiempo. Una de las maneras de lograr la excitación del hombre es estimulando una zona erógena particular, más conocida como PUNTO G. La misma está ubicada exactamente en la próstata y sus alrededores. Para llegar a ella se puede ir directa o indirectamente. Vos… ¿sos de esas personas que va para adelante? entonces estás en condiciones de meter tu dedo en el ano de tu coequiper y masajear la próstata que se encuentra a 5 cm del orificio anal hacia el lado del pene (tiene forma de nuez). Ahora, si creés que lo anterior es demasiado osado y sos de las que le gusta histeriquear, (o el señor en cuestión teme convertirse mágicamente en homosexual, en el caso que sea hetero) podés estimular su perineo, que es el espacio que hay entre los testículos y el ano, presionando con masajes profundos. Si lo acompañás con sexo oral, el varón receptor será muy feliz. Éxito y retribución asegurada.
Recordemos que la próstata juega un papel importante en la sexualidad del varón ya que produce parte del líquido seminal, por lo tanto desde el punto de vista fisiológico, su sola estimulación puede desencadenar la eyaculación. De ahí vienen los cuentos, chistes y miedos con el famoso proctólogo. En concreto, el llamado punto G del varón es una de las tantas zonas erógenas del cuerpo humano (incluido el pene), que se rige por el órgano de excelencia que domina toda la situación sexual, el cerebro.