El hombre pasa gran parte de su vida preocupado por sus dimensiones. Desde pequeño nota que hay diferencias al compararse con el “gran padre” (o cualquier figura masculina mayor) y desde ese momento comienza a transitar el camino de las dudas. Surge una necesidad de reafirmar su poder o masculinidad a través de su pene y el tamaño de éste. Circula permanentemente el mandato social (irreal) en donde lo importante es tener (y mucho) para lograr el éxito.

Parece ser que la mitad del universo masculino se queja de su tamaño considerando chico su pene, otros alardean (de éstos hay que desconfiar, dicen las expertas) y después está el calladito (el humilde) que está comprobado científicamente ser el más prometedor de los tres, porque denotaría confianza y seguridad en su miembro.

Lo cierto es que la longitud de un pene normal en estado de erección mide entre 14 y 17 cm, 4 cm de diámetro y 12 cm de circunferencia y casi todos los hombres oscilan entre estas medidas, independientemente de lo que digan o crean al respecto. En los extremos están los casos de micropene (realmente muy pocos, con medidas inferiores a 6 cm.) y los que despliegan medidas desorbitantes. El mejor ejemplo es el de John Holmes quién hace creer a todas las mujeres -en sus más de 2500 películas XXX- que tiene la llave del éxito entre sus piernas con sus 35,50 cm. Debe ser por eso que a esta estrella del cine porno de la década del 70´y 80´ le decían “el hombre de las tres piernas”.

La verdad de la cuestión es que el tamaño del pene no influye en el placer de la mujer, ya que en el clítoris y en la entrada vaginal se encuentran las terminaciones nerviosas que pueden desatar el orgasmo femenino, por lo tanto una vez introducido el pene en la vagina, descontando la fricción que se produce al comienzo y la estimulación indirecta del clítoris en cada empuje (o bombeo), su trabajo lo cumple perfectamente, por más o menos cm. que haya en juego. También es cierto que a muchas mujeres las excita mentalmente el diámetro (o grosor) ya que al igual que los hombres vivimos en una sociedad en donde el “tener” asegura el éxito (en algunos casos se cumple tal profecía y en otros no). De todas maneras hay quienes tienen sus preferencias de forma y no está para nada mal, ya que tenemos total libertad de elegir entre el helado de chocolate común o el de dulce de leche con dulce de leche natural y pedazos de marroc (todo en uno) en definitiva…, gustos son gustos y hay para todos.