Para entender un poco mejor el proceso de alguien que se traviste, primero tenemos que saber que TODOS estamos condicionados por una serie de variables, que son: 1 – El SEXO BIOLÓGICO, con esto nacemos, pero hasta ahora no nos dice nada de lo que puede llegar a pasar a esta persona, o por lo menos muy poco. 2 – En base a lo biológico/fenotípico, “lo observable” – vagina/pene – nos asignan un SEXO, luego nos inscriben con un nombre femenino o masculino correspondiente (SEXO LEGAL) y nos crían como tal (SEXO DE CRIANZA) Digamos, si el médico en el nacimiento, te ve desnuda y detecta genitales femeninos, dirá que sos NENA, te podrán llamar Rosana, vestirías de rosa y te darían una muñeca para que juegues. Si detectan genitales masculinos, serás un NENE, te pueden llamar Alejandro, quizás te vistan de azul y te darán una pelota o un autito. Hasta aquí, con los datos del momento, sólo tenemos una hembra y un macho bebé, con un montón de cosas que impone la sociedad. A medida que vamos creciendo podemos ir sintiéndonos cómodos o no con esto que se nos ofrece, entonces vamos a ir construyendo una identidad (DE GENERO) donde tendremos la subjetiva certeza de ser hombre o mujer, para luego tener un ROL en esta sociedad y una ORIENTACIÓN SEXUAL (quién nos atrae) Pero…¿y si vos no te sentís cómodo con tu nombre ni tu ropa, ni con el rol que supuestamente deberías construir? ¿No sos varón, no sos mujer?, he aquí el conflicto, nos quedamos cortos con los géneros. Por eso se habla de transgéneros o tercer sexo (esta categoría incluye al travesti, transexual, andrógino, etc) La mujer travesti, que nació macho, o sea con genitales masculinos, no está interesada en renunciar al placer de su pene, no quiere tener vagina. El sentirse mujer, para ella, pasa por otro lado y esto es una maravilla, ya que construyen la femineidad desde lo más simbólico, aunque parezca que no, porque exageran el maquillaje o la vestimenta. Y en la mayoría de los casos se enamoran de un varón, como el caso en cuestión. Por otra parte, el transexual (que muchas veces se confunde con el travesti), nació macho, pero se siente, identifica y vive como mujer en la sociedad, está en desacuerdo con su SEXO BIOLÓGICO (su pene) ya que se contradice con su IDENTIDAD DE GÉNERO, por ello, además de vestirse con ropa de mujer, se somete a una intervención quirúrgica donde cambia su sexo fenotípico. La idea es tratar de entendernos en la diversidad, tener tolerancia frente a lo distinto y/o desconocido, todos somos distintos, y por suerte algunos tienen la capacidad y fortaleza de asumirlo, aún sabiendo el desprecio o burla de muchos. Dijo Platón (mito del andrógino): «A las mujeres, que provienen de la separación de las mujeres primitivas, no llaman la atención los hombres y se inclinan más a las mujeres; a esta especie pertenecen las tribades. Del mismo modo, los hombres que provienen de la separación de los hombres primitivos, buscan el sexo masculino… Si se casan y tienen familia, no es porque la naturaleza los incline a ello, sino porque la ley los obliga» (PLATÓN, Simposio (Banquete) o de la Erótica, ed. F. Larroyo, México, 1979, p. 364). En conclusión: el mito del andrógino que Platón desarrolla supone una explicación, vital y emocional, de las relaciones de pareja tanto heterosexuales, como homosexuales.
Hay cerca de 80.000 matrimonios heterosexuales no consumados en el país; así lo informó clarin el día 29 de agosto de 2011 en una nota donde hablan los que saben (Gindin, Fridman y mis maestros Silvina Valente y Juan C. Kusnetzoff). Se entiende por no consumado a la ausencia de penetración del hombre en la vagina de la mujer. Vale la aclaración ya que la penetración puede ser anal, o bien hecha por una mujer con una prótesis peneana. Como ya es sabido y aunque parezca un clishé, cada pareja es un mundo y un misterio lo que pasa entre las sábanas. Este tipo de parejas evidentemente tienen una disfunción sexual, hay un síntoma compartido, entre otras cosas. Por lo general están hace mucho tiempo de novios y mantienen un tipo de relación sexual sin penetración vaginal (el orgasmo es independiente, bien sabemos que a través del sexo oral o masturbación deberían llegar sin problemas), esto no quiere decir que estos matrimonios sean infelices ni mucho menos (aunque la foto del post parezca lo contrario), de hecho se entienden muy bien y en general no podrían estar con otra persona (ya que esto implicaría una aceptación de la disfunción sexual que seguramente uno o ambos tengan). Les cuento un caso (anónimo): Consulta la mujer, justamente por el deseo de tener un hijo. Ella padecía un vaginismo (contracción de los músculos vaginales que impide la penetración), él “aparentemente” nada. Se trabajó fundamentalmente con ella dándole técnicas de desensibilización progresiva y terapia semanal, cada tanto se citaba al varón. El mostraba apoyo, colaboración y entusiasmo al ver los avances de su mujer. Cuando llegó el momento de indicar la penetración, ya que su mujer se encontraba apta (física y emocionalmente), el hombre presentó una disfunción eréctil. Por lo tanto el síntoma compartido tomó otra forma y otro “dueño”. La falta de penetración ya no estaba dada por el vaginismo sino por la disfunción eréctil. Esto es frecuente y esperable que suceda. De todas maneras creo que (en este caso) el error fue no haberlo citado en más oportunidades. Lo cierto es que si ambos están de acuerdo en mejorar su calidad de vida sexual (más allá del deseo del hijo), este problema es tratado y en la mayoría de los casos resuelto con un alto índice de éxito.
Disfunción eréctil
La disfunción eréctil (mal llamada impotencia) es uno de los problemas que más aqueja al universo masculino.
La autoestima y la masculinidad del varón en casi todas las culturas, se basa en la erección y la potencia sexual. Por ello, la amenaza de lo contrario está latente en el hombre desde que “ve” que su pene se erecta. Aquello que se tiene (o se tuvo), se puede perder.
Las dificultades en la erección son multicausales, esto quiere decir que No hay una sola causa, sino muchas combinadas entre sí. De todas maneras es importante y fundamental conocer el estado actual del paciente (antecedentes orgánicos/enfermedades que presenta), medicación que consume, etc. para descartar o no las alteraciones que pueden influir en la erección.
La ansiedad, el temor al fracaso, la culpa, la presión, las exigencias de rendimiento, la dificultad para entregarse a las sensaciones placenteras, exceso de preocupación, problemas vinculares (o de pareja), estrés, la autoobservación, etc. son algunas de las causas que pueden generar la pérdida de la erección (con su consecuente sentimiento de humillación / depresión / angustia/ frustración, etc) hasta incluso, perder el deseo sexual y/o evitar cualquier tipo de contacto.
Por lo tanto, es importante entender que la erección es vulnerable y va modificándose con el paso del tiempo y las distintas situaciones de la vida. Uno no es siempre igual y depende de muchos factores que influyen en la respuesta sexual.
Conocerse, entenderse y aceptarse es algo fundamental que el varón debe hacer en una terapia sexual, para así lograr una actividad sexual adecuada y placentera.
La mujer con vaginismo se siente aterrada frente a la posibilidad del coito, lo asocia a situaciones dolorosas que alguna vez sintió y/o pensamientos desagradables, por ello es absolutamente normal que trate de evitar cualquier posibilidad de penetración. Mantiene sentimientos encontrados, por un lado quiere ayuda para resolver su problema y por otro no quiere que su problema se resuelva, ya que implica la temida penetración del hombre. Sus imágenes son tan desagradables que el sólo hecho de pensar el coito le provoca un malestar general. Por ello, estas mujeres creen que la solución es evitando las situaciones y pensamientos atemorizantes, aunque sabemos que esta creencia es justamente la contrario a la solución, con esta modalidad evitativa, quedan privadas de dominar la situación y resolver el conflicto. Las mujeres que padecen vaginismo suelen consultar en principio por varios motivos, dolor en la penetración, evitación permanente del coito, falta de deseo, falta de orgasmo, etc. Lo cierto es que probablemente todo lo que planteen sean conductas asociadas a la disfunción. Por lo tanto el VAGINISMO es el espasmo (o contracción) involuntaria de los músculos que rodean la entrada a la vagina. Es una conducta aprendida que se produce CADA VEZ que se quiere introducir algo en el orificio vaginal, sea un dedo, un tampón o un pene. No obstante puede presentar orgasmo con estimulación directa o indirecta del clítoris, de acuerdo al grado de inhibición que presente.
Es una situación frustrante para la mujer (y también para el hombre) y realmente puede provocar: malestar (crisis) en la pareja, matrimonios no consumados, falta de deseo, falta de orgasmo, sentimientos de culpa, disfunción erectil en el hombre, imposibilidad de concebir, miedo a perder la pareja, infidelidad, etc.
El hombre pasa gran parte de su vida preocupado por sus dimensiones. Desde pequeño nota que hay diferencias al compararse con el “gran padre” (o cualquier figura masculina mayor) y desde ese momento comienza a transitar el camino de las dudas. Surge una necesidad de reafirmar su poder o masculinidad a través de su pene y el tamaño de éste. Circula permanentemente el mandato social (irreal) en donde lo importante es tener (y mucho) para lograr el éxito.
Parece ser que la mitad del universo masculino se queja de su tamaño considerando chico su pene, otros alardean (de éstos hay que desconfiar, dicen las expertas) y después está el calladito (el humilde) que está comprobado científicamente ser el más prometedor de los tres, porque denotaría confianza y seguridad en su miembro.
Lo cierto es que la longitud de un pene normal en estado de erección mide entre 14 y 17 cm, 4 cm de diámetro y 12 cm de circunferencia y casi todos los hombres oscilan entre estas medidas, independientemente de lo que digan o crean al respecto. En los extremos están los casos de micropene (realmente muy pocos, con medidas inferiores a 6 cm.) y los que despliegan medidas desorbitantes. El mejor ejemplo es el de John Holmes quién hace creer a todas las mujeres -en sus más de 2500 películas XXX- que tiene la llave del éxito entre sus piernas con sus 35,50 cm. Debe ser por eso que a esta estrella del cine porno de la década del 70´y 80´ le decían “el hombre de las tres piernas”.
La verdad de la cuestión es que el tamaño del pene no influye en el placer de la mujer, ya que en el clítoris y en la entrada vaginal se encuentran las terminaciones nerviosas que pueden desatar el orgasmo femenino, por lo tanto una vez introducido el pene en la vagina, descontando la fricción que se produce al comienzo y la estimulación indirecta del clítoris en cada empuje (o bombeo), su trabajo lo cumple perfectamente, por más o menos cm. que haya en juego. También es cierto que a muchas mujeres las excita mentalmente el diámetro (o grosor) ya que al igual que los hombres vivimos en una sociedad en donde el “tener” asegura el éxito (en algunos casos se cumple tal profecía y en otros no). De todas maneras hay quienes tienen sus preferencias de forma y no está para nada mal, ya que tenemos total libertad de elegir entre el helado de chocolate común o el de dulce de leche con dulce de leche natural y pedazos de marroc (todo en uno) en definitiva…, gustos son gustos y hay para todos.